Cruce y recta

May 27, 2017 at 11:03 pm (Uncategorized)

Vos no esperás a nadie. Tu ritmo se marca paso a paso. A veces te siguen. No significa que te alcancen. No tenés ganas de saber qué pasos te llevaron por tal o cual camino. Tantas manos en tu hombro no te dejan. Por suerte fuiste perdiendo algunas. Se te hace pesado. Quedaría algún paso por dar todavía. Ya lo sabés. Será  momento de largar más lastre.

Ella te sale al paso. Cruza tu camino y te hace salir del esquema. La mirás. Se hace ver. No te deja alternativa. Te cae. Una manzana sobre tu cabeza. Te deslumbra con sus giros. Baila. Se acerca. Se aleja. Te deja esperando el próximo movimiento. Te seduce. Viene a caminar junto a vos. Y aún en todo ese manto rojizo sigue escondiendo su verdad. Escondida, a la vista.

Vos no esperabas a nadie. Te habías decidido. Encontrar una salida solitaria entre muchas otras cosas. Es una sensación conocida y extraña. Mientras tanto esperás sus jugadas. Ella juega para decir que no. Ella juega para decir que sí. Te saca de todos esos lugares. Insinúa que son demasiado públicos. Vos no sos inocente. La haces esperar. Querés que lo diga con todas las letras. Estás bien dispuesto a darle tiempo.

Ella te lo dice. Cruza tu boca con más que palabras. Sabe que no tiene ganas de esperar. Pero se sorprende de sus pasos a cada momento. Te admira la facilidad con que avanza. Como si lo hubiera pensado todo. Y no. Ella también se asombra. Tan sorprendente encontrarse así. Al cruce de lo que no se puede agradecer. Y sin embargo te agradece por tanto. Se sonrojan. No les entra tanto amor.

Un día te lo confiesa sin querer. Quedó enganchada. Sabés a qué se refiere. Claro que de otro modo. A vos te agarró inesperadamente. Empezaron a engañarse. Serían pistas falsamente falsas. Un camino más enredado. Te apabulla, te embarulla. Importante es que no huyas. Así se acercan. Encuentran calor.

No desesperes. No se pierde menos por mucho cuidarse.

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Toma

May 20, 2017 at 5:00 am (Uncategorized)

En la caja encontró todo lo que de facto consideraba necesario. A pesar de lo que faltaba allí estaba contenido lo esencial. Estaba en juego la pervivencia del sonido de las campanas. El fundirse en el rojo fuego. Entonces la luz enardece. El faro sigue girando. La campana suena débil allá a lo lejos. Cada vuelta de la luz dura once segundos. En todos los puntos de la costa hay once segundos de oscuridad. En la caja la sangre está desparramada entre la piedra y una llave vieja y oxidada. En la playa la luz ilumina. Ese ojo ciego que ilumina sin ver. Destruye a su paso toda sombra y sin embargo no puede alejar de sí la oscuridad. Toma la piedra. Golpea la campana una y otra vez. Toma la llave oxidada. Golpea la campana una y otra vez. Eso suena. Pero la campana no deja de hacer con eso más que lo que no puede hacerse. Es un espejismo en medio de la mediocridad de una noche salpicada por las heridas. Los claroscuros de la habitación son bruscos y no dejan tinta media mucho tiempo. Esos once segundos de giro lo ponen maníaco. Y mientras sigue chorreando sangre golpea la campana una y otra vez. Toma la piedra. Golpea la campana. Toma la llave. Golpea la campana. Nunca una idea sensata hubiese asomado por su cabeza. Por ejemplo tomar la llave y cerrar la puerta para que no lo puedan ir a buscar. Nunca una idea sensata hubiese asomado por su cabeza. Por ejemplo tomar la piedra y destruir la luz del faro. Se muestra silente y eufórico. Como un normando entrando en batalla. Ese desembargo que da pie al contraataque. En esa guerra que lo embarga. Tomado por ese cierre, cierne sobre sí el cerrojo del candado que lo condena y canta, contoneándose furibundo mientras entona una nana nocturna inolvidable en blancos berreos borrosos o clamores condenados a catarros inmundos, inundados o enmudecimientos de-mora.

Toma la piedra. Toma la llave. Toma. Mato.

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Al final

May 8, 2017 at 8:11 am (Uncategorized)

Yo. Yo no. Yo no sé. Yo no, Sena. Yo no, cena, ¿da?. Yo no sé nada, ¡delo! Yo no sé nada, ¡delo! ¿qué? Yo no sé nada ¡delo! ¡queme!. Yo no sé nada de lo que me pasa. Yo no sé nada de lo que me pasa, ¿cuándo?. Yo no sé nada de lo que me pasa cuando estoy. Yo no sé nada de lo que me pasa cuando estoico. Yo no sé nada de lo que me pasa cuando estoy con vos. Yo no sé nada de lo que me pasa cuando estoy con vos enroscado. Yo no sé nada de lo que me pasa cuando estoy con vos enroscado en él. Yo no sé nada de lo que me pasa cuando estoy con vos enroscado en el amor. Yo no sé nada de lo que me pasa cuando estoy con vos enroscado en el amor, oh. Yo no sé nada de lo que me pasa cuando estoy con vos enroscado en el amor, oh, sí. Yo no sé nada de lo que me pasa cuando estoy con vos enroscado en el amor, o sí. O sí.

Yo no sé Sena, cena, ¿da? sé nada ¡delo! ¿qué? ¡queme! que me pasa ¿cuando? estoy estoico con vos enroscado en él, el amor, oh, sí, o sí.

Sí.

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Des-tiempo, sín-copa, dis’onan’sí-a

May 7, 2017 at 5:48 pm (Uncategorized)

Acompasado en seis octavos tocando con swing y síncopa. Movía su cabeza al ritmo mientras escuchaba sonar toda la banda. Esa música ácida. El jazz es una experiencia de ritmo y destiempo. Jugar a lo que no encaja del sonido allí donde se le supone. Los profanos lo escuchan sin entenderlo. Al iniciarse en este mundo hay un oído que no sabe lo que está escuchando. Entre el destiempo y la disonancia se cobra distancia de lo que se escucha.

Que le des tiempo. Esa es la consigna. Para escuchar lo que resuena en las notas azules, en los conteos dispares, en los movimientos del cuerpo. Es una forma de contornear lo que suena. Una vez en el escenario solo queda tocar. Que el movimiento de las notas serpentea los ritmos discontinuos. El tono fuera de escala. El golpe un poco más allá y acá de tiempo. La tensión de lo que no se escuchó nunca hasta ahora.

Los dedos y las manos se mueven con fuerza. Se a-prestan hacer sonar los cuerpos moldeados en curvas y cuerdas. Cada tecla ingresa en el orden de lo que no encaja. Y desensamblados recuerdan que su ritmo no lo pueden seguir otros. A veces ellos mismos se pueden perder para encontrarse al rato.

Que le des tiempo. Esa es la consigna. Quizá llegue al leimotiv de la cuestión y pueda seguir escuchando. Quién te dice, quizá se anima a tocar. Y si eso asoma ante tanto desorden. Y si retumban los oídos de confusión. Y si miran con los ojos extrañados. Y si nada de eso ocurre. Y si. Molesta no escuchar en-cuadrado. Hasta que la cosa fluye de nuevo. Se destraban las clavijas. Suenan los vientos. Impactan las baquetas. Se tensiona en un obstinato. Pasar a la espera del estallido o la calma que no se puede definir de antemano. El jazz es demasiado humano.

Ella te mira de reojo. Sienten el ritmo atravesando su cuerpo. Al principio algo incomoda. Soportar caer fuera de tiempo. No entender el acento. Confundir apertura y cierre. Luego empiezan a acomodarse a esa incomodidad. A sostener esa tensión. Lo anhelante. Tu mirada se sostiene. De costado. Ella la encuentra. Al principio sonríe. Mira a un lado. Mira hacia el otro. Sonríe. Vos sonreís. Ella escucha y se ríe. Fuma un poco y el humo termina en tu cara. No tiene copa. Ella sín-copa. Y vos le acercas tu trago. Como era de esperarse el acento cae en esta nimiedad. Mientras se buscan todo lo demás. Es el ritmo que empiezan a entramar.

Apuras un poco el paso y ella te cruza. Qué te pensaste. El destiempo está en la música y ella sabe que va a bailar como quiere. Amaga y te deja con ganas. No por mucho. Su mirada te sostiene. Vuelve a buscarte. La cruzás. Qué se piensa. Eso le gusta. Eso y el sonido ácido de la sordina del saxo. Te susurra un buen acorde y lo disonante pasa a otra escena.

Quien escuche lo que suene sabrá que lo suyo es el jazz.

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Ulises

May 2, 2017 at 8:35 am (Uncategorized)

Mientras Penélope está lejos Ulises escucha el canto de las sirenas. Por suerte se ata al poste. Así escucha y no salta. El viaje es breve. La aventura es lo que continúa. Al reencuentro con Penélope siguen batallas con presencias extrañas. Finalmente deja de tejer lo destejido. El calor no lo asegura el abrigo.

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Cast(r)o

May 2, 2017 at 8:27 am (Uncategorized)

Casto es un idiota. Entra en escena a destiempo siempre para quedar solo. No encuentra modo de abrir brecha por donde entrar. Queda fuera de todo lugar. No sabe lo que hace. Aún así piensa que lo elige. Sufre. No le queda otra que sufrir. Quiere sostenerse allí a toda cosa. Aún cuando se sienta desorientado y no pueda hacer nada más.

No podemos saber por qué elige quedarse. Quizá su amada le exige esto con total tiranía. Y como buen idiota se queda ahí. Está solo. Acompañado está solo. Mal acompañado está y solo se queda. No mira al costado. Sabe que está allí. Bien mal. Para ser amada, ella pide el amor de Casto. Cada vez que caigo en la cuenta de esto abofeteo al pobre Casto. No se da cuenta de cuanto pad(r)e-se(r).

Es un sacrificio costoso. Es sabido. Jugar la cortesía. Corte-sí-a que se debe sin darse. Por qué no dejar en deuda lo cortés. O quizá aplicarse la regla y que lo cortés no quite lo valiente. Pero Casto no lo entiende. Su idiotismo es cosa seria. Varios años lo acompañan de estúpidos momentos de soledad con su amada.

Allí estábamos Casto y yo. Debatiéndonos cómo salir de tal encrucijada. Mientras Casto duda, yo cast(r)o.

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Te(a)mo

May 2, 2017 at 8:12 am (Uncategorized)

Temo. Sé tan poco de esta condición. Creo que te tengo miedo. Es una posición incómoda. No podría ser de otra forma. Porque sos otra. Ser otra te hace tan diferente a mí que no me queda alternativa. Te temo. Me hago vulnerable en el acto. Si me abro te desconfío. Cuánto de esto podría volver en mi contra. Qué dolores podrías causarme. ¿Duele?

En medio de un par de botellas me contaste de vos. De tus idas y venidas. De tus hystorias desarmadas. De engaños y reveses. Quizá resguardabas tu distancia. Por esto te temo. Qué distancia hay en todo esto. Me invade esa distancia. Cobra su valor. Es un espacio que se hunde bien profundo. No cabe en mi y se desparrama a mi alrededor.

Relatos de historias tristes. De implicaciones dudosas. Ignorancia bien buscada y poca vuelta que dar. Quizá me sentí tocado. Dudando de todo un poco como siempre. O juzgando mal los reveses de tu pasado en mi presente. No sé estar a la altura de esta partida. Y eso me deja expuesto.

Temo. La mentira y el engaño. Son rastros distintos. Ese juego de afirmaciones falsamente falsas. De desencuentros en los encuentros. Quizá era al revés. Con qué pretexto puedo quedarme cerrado mientras vos forzás todas las cerraduras que pongo. Me robaste la llave. O a lo mejor la puerta siempre estuvo entreabierta.

Por la hendidura del cerrojo espío tus reacciones. Se escuchan fácil pero se leen siempre a destiempo. No sé qué hago acá. Me desorienta tu amor. Porque suscita mi pasión. Me parte al medio y me deja bien abierto a que me comas como quieras. Soy tu plato preferido. Por ahora. Por eso temo.

En todo caso mañana me dirás que no. Que todo fue así un tiempo hasta que no. Que un paso en falso es lo menos falso que se puede dar. Que abrirme no fue una elección. Y si ahora te encuentro sería extraño pretender no haberte buscado. Y si me hundís en el pecho la boca será que querías mi boca allí.

Te(a)mo. No puedo elegir eso. Quedo expuesto a vos. A creer en lo que me das. Ya sé que no lo tenés. Yo tampoco. Puedo entregarte lo que no tengo. Y probablemente me destroces.

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Enro(s)que-ser

May 2, 2017 at 7:50 am (Uncategorized)

Hay que cuidar al Rey. Lo dice y sonríe. Para eso el enroque es un movimiento estratégico. Conoce de la situación. Sabe del peligro. Y cuida al Rey. No está dispuesto a dejarse atrapar desprevenido. Siempre hay un par de alfiles que miran de reojo. Una buena torre que hace de muro. La solidez de la jugada te alivia.

La dama en su color. Se mueve libre. Como si nada estuviera ocurriendo. Quiere hacerse ver. Ya lo ha hecho otras veces. Es un señuelo que pretende ponerte en jaque. Por qué lo hace. Esa pregunta siempre queda velada. La pensás. No es que te importe la respuesta. Evitas la mirada a sabiendas. Y no dejás de sorprenderte en tu desconocimiento.

Se puede galopar sobre caballo aliado. Es todo un salto. Así te alejás de todo. No pensar en ello es lo mejor. Quizá sobrevenga la angustia por alejarse del tablero. No importa. Tu idea era patearlo.

Hay que cuidar al Rey. Lo dice y sonríe. Vos también sonreís. No sabe que ya no estás jugando.

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